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Hoy es Viernes
Quedan 0 días, 0 h y 8 m para #SábadoDedicatorio

    Te encontre!

    El fuego consume los leños de la chimenea.

    El calor se esparce suavemente por toda la cabaña.

    Afuera el cielo nos da el regalo de una lluvia que cae sobre las copas de los árboles y crea esa neblina que oculta parcialmente el esplendor de mirar por la ventana la cima de las montañas cercanas.

    En la mesa frente al fuego están dos copas semivacías.

    Pero lo que llena todo el lugar es tu presencia.

    Te acercas con ese andar tan tuyo. Entre lo sofisticado y la desfachatez.

    Es hipnotizante como se mezclan perfectamente en ti.

    No puedo creer que correspondes de una manera perfecta a mi amor por ti. Somos dos, somos uno. O Solo somos dos locos que se aman.

    Tienes en la mano un trozo de una tablilla de chocolate y me la ofreces directo a mi boca.

    El sabor amargo del mismo hace explosiones de sabor en mi paladar.

    Y con ello te acercas y nos fundimos en un apasionado beso.

    Cierro los ojos, lo disfruto en su totalidad.

    Abro los ojos y OPSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS Mi perro es el que me está dando un beso.

    ¡Solo estaba soñando!

    Mi perro siempre “Alerta“ para despertarme y que no llegue tarde o falte a mi empleo.

    Gracias “Solovino” Eres el mejor amigo del hombre, aunque caigas en ser el destrozador de sueños.

    Hago mi rutina diaria y me dirijo al trabajo.

    Antes de llegar, siempre paso a la cafetería que me queda a mitad del camino.

    Entro como cada día.

    Y si ¡Estas ahí!

    Sentada con tu taza de cappuccino a un lado.  Perfectamente vestida con ese traje sastre que encaja perfectamente en tu cuerpo. Tu cabello obscuro perfectamente planchado y ese rostro que se me ha grabado en el alma.

    Inmersa en la pantalla de tu laptop, el mundo a tu alrededor no existe. Solo esta esa conexión entre tu mirada y los datos que se presentan en tu display.

    Mientras espero a ser atendido, te observo discretamente. Y me percato que en ocasiones miras tu celular. Y una sonrisa tuya se crea e ilumina la obscuridad de la cafetería.

    ¿A caso es un mensaje de ese hombre que vive en tu corazón?

    Al menos no eres casada, pues tu mano no lleva sortija.

    Quiero engañarme y pienso que son mensaje de cosas laborales positivos. Aunque es muy poco probable, pues aún es muy temprano para las jornadas laborales.

    Mi mente se pierde entre la pregunta misteriosa que se crea y en el tiempo que espero a que me entreguen mi orden.

    Así sucede pasa cada día desde hace semanas en que apareciste en la cafetería como un ser que aparece en tu vida sin esperarlo.

    Me dan mi orden y la preparo a mi gusto.

    Mientras hago eso. No puedo evitar el voltear a mirarte. Sería la última mirada del día antes de salir del local.

    En mi mente te digo: “Hasta mañana, ten buen día”

    Pero tu rostro voltea a mirarme.

    OMG ¿Qué hago? No puedo correr en círculos aquí.

    Me pongo más rojo que un tomate maduro.

    Tu mirada se cruza con la mía y me esbozas una sonrisa.

    Saco de mi bolsillo el boleto de lotería que suelo comprar. ¿A caso este es el verdadero premio? Y no los millones que están escritos en el ticket.

    No puedo más que regresar la sonrisa, tomar mi café y claro.

    Salir despavorido de la cafetería.

    Al anochecer mi mente empieza un juego de suposiciones que me llevan a caminos fantasiosos.

    Y el pensamiento que más me hizo congruencia es que “La sonrisa no era para mí”.

    Después de aceptar que era demasiado maravilloso para sucederme a mí.

    Me quedo dormido.

    Al otro día entro a la cafetería sin una pizca de emoción o esperanza.

    “Ella le sonrío a otro” Y ya.

    No me creo fantasías tontas.

    Sigo los pasos para obtener mi café.

    En esta ocasión ya no te miro. Pues tus miradas son de “Otro” Para que mirar un tesoro que jamás estará conmigo.

    Después de preparar el café. Le pongo la tapa y lo tomo firmemente con la mano.

    Es momento ya de salir y dirigirme a mi oficina.

    Pero al girar.

    Nuestras miradas se vuelven a cruzar y aparece esa sonrisa en tu rostro de nuevo. Y confirmo que esa mirada es  mucho mejor que ver el amanecer en una playa nudista.

    Mi mente analítica y visceral dice: “Escanea el lugar para detectar al ratero que se lleva esas miradas que te pertenecen”.

    Volteo a la derecha y “No se encuentra el objetivo” miro a la izquierda y “Tampoco se detecta el interfecto”.  ¿Estará detrás de mí?

    Cof, cof. Volteo a tomar una servilleta y mi radar no detecta nada. NADAAAAAAAAAAA

    Me estoy poniendo nervioso.

    Me giro de nuevo y al quedar frente a ti nuevamente.

    Tu mirada me atraviesa y llega a ese lugar de mi alma que estaba reservado para…

    Para…

    Para…

    ¿Ti?

    Me pongo de mil colores y mi mano sin control aprieta el vaso.

    La tapa sale volando y el café se desparrama entre mis dedos.

    ¿Qué he hecho?

    Sueltas una sonrisa y no dejas de mirarme.

    Hey. ¿No ves que acabo de matar un vasito por estrangulamiento?

    Se acerca un empleado de la cafetería y me pregunta si todo esta bien y que no me preocupe por la limpieza. — Disculpa y lo lamento es mi respuesta —

    Con esas palabras de salvación del chico, me dan tranquilidad de no tener que limpiar.

    Te miro, sonrío y salgo de la cafetería.

    Llevo el saco mojado, el pantalón manchado, pero el alma cubierta de tu sonrisa.

    Ahora cada día. Antes de salir cruzamos miradas y tu sonrisa ilumina mi día. Como lámpara led comprada en Plataforma de Ecommerce.

    Cada día hago mi plan para acercarme a ti poder saludarte y pedirte una cita.

    Un día intento mandarte un mensaje con el barista.

    Escribo la nota desde la noche anterior. “Hola, ¿Te gustaría cenar conmigo?

    Al día siguiente doblo la nota y se la entregó al barista, pero sin darme tiempo al explicarle el plan la abre, la lee y me dice. “Sería Genial guapo”.  Le digo: Es que no era para ti, quería pedirte de favor que se la entregarás a esa chica.

    Toma la nota, me la devuelve y me dice. Por políticas no podemos hacerlo. Se da la vuelta y desde ese día mi café me lo da sin crema batida y bastante helado.

    Pero no me rindo.

    Intentaré mañana otro plan.

    ¡Ya sé! ¡Lo tengo!

    Llega un nuevo amanecer.

    Y nuevamente se da ese intercambio de sonrisas y miradas.

    Eso me da valor.

    Me armo de gallardía, respiro profundo y mi mente repite una y otra vez. “Tú puedes, acércate, háblale, invítala”.

    Mi mente esta concentrada en esas poderosas palabras que no me doy cuenta de que, al abrir el sobre de azúcar, lo hago mal que sale como nube y termino como galleta glaseada.

    Espero no te dieras cuenta.

    Volteo y sueltas una carcajada – Si, si te diste cuenta —

    Esta vez no me cohíbo, tu alegría me da valor para acércame a ti.

    Nos separan solo 15 metros.

    Camino hacia ti y aunque mi imagen es de alguien que ha luchado con un oso en la tundra invernal, bueno honestamente parezco el tipo que acaba de hacer su primer adorno de navidad con nieve artificial, no me acobardo, camino con firmeza, con valentía hacia ti, la distancia entre los dos se acorta y tu mirada sigue mi andar.

    Parezco un tigre acercándose a su presa. Majestuoso y espectacular.

    Pero se me cruza una silla y me pego exactamente en la espinilla.

    Mi entrenamiento Zen me indica “No hay dolor” Todo está en tu mente.

    ¡¡Que va!!

    Me doblo del dolor y avergonzado desvío mi ruta y me dirijo a la salida. Nuestras miradas se cruzan para despedirse.

    “Hasta Mañana mi Musa” Y tu sonrisa no se quita del rostro.

    decidí descansar unos días para armar un plan perfecto y sin contratiempo.

    Peo cada día no dejamos de darnos los “buenos días” y el “hasta mañana” con las miradas y las sonrisas que se vuelven cómplices de nuestros encuentros.

    Hoy ya tengo un plan armado. Me acercaré a ti desde el momento de entrar a la cafetería no tentaré al destino para que me haga una mala jugada.

    Entro con toda la seguridad de que hoy será ese día en que te pueda pedir una cita.

    Doy algunos pasos dentro del local y me dirijo a tu lugar de siempre.

    Me detengo.

    ¡No estas!

    ¡NO ESTAS!

    ¿Destino es broma verdad?

    Mi corazón se apachurra como pan de caja en el maletero del auto.

    Suspiro y me dirijo a la barra a pedir mi café sin crema batida y más frio que mi plan frustrado.

    Pero.

    Estas ahí. Luchando contra la máquina expendedora de barritas energéticas y más productos chatarra.

    Tu barrita se quedo en la orilla sin caer al contenedor donde se retiran los productos.

    “Espera amada mía voy a tu rescate”

    Me acerco y tu sonrisa me da la energía y empuje para atrapar esa barrita que se resistió a caer.

    Meto el brazo por la parte baja de la expendedora y si logro rozar la barra y cae en el contenedor.

    “Misión cumplida mi lady”

    Solo es cuestión de sacar el brazo, tomar la barra, dártela y empezar esa charla que se nos ha negado por tantos días.

    Pero.

    Pero.

    Me quedo atorado. ¿Alguien tendrá tanta mala suerte como yo?  Creo que no, solo yo soy el  receptor único en todo el universo de ello.

    Te miro y lees mi rostro a la perfección.

    Tu mirada se ilumina, tu sonrisa se expande hasta el grado de reír totalmente.

    Te acercas y me ayudas a tratar de salir.

    Y lo logramos. Y aunque la mitad de la manga de mi camisa se quedo en la expendedora.

    Me veo como si me hubiera vestido ese día Baleciaga con sus artículos estrafalarios.

    Por fin estoy frente a ti.

    Me dices – Creo que yo te rescate a ti —

    Sonrió con nerviosismo y te doy las gracias por rescatar a este hombre de las fauces feroces de la máquina expendedora.

    Me invitas a acompañarte a tu mesa.

    Camino despacio, no quiero tropezar.

    Me preguntas —¿No pedirás tu café? —

    –No, no quiero tentar al destino.

    Pero al final pasamos a la barra a ordenar mi café.

    El barista no nos regala ni una mirada, otro día que no esperaré la crema batida en mi bebida.

    Nos sentamos frente a frente.

    Y puedo observarte totalmente.

    Tu mirada es transparente. Tu sonrisa refleja tu alegría.

    Se crea esa atmosfera en dónde no existe nadie más que tú y yo.

    Me dices tu nombre “Katy” Por fin, puedo grabarlo en letras de oro en mi alma.

    Me preguntas el mío.

    Y charlamos de todo y nada, la conversación fluye como rio en montaña hacia el mar.

    Pasan los minutos y tenemos que despedirnos. Nuestras obligaciones laborales nos llaman.

    Me pides mi móvil y creas tu contacto.

    Me comentas que saldrás un tiempo indefinido de la ciudad, pero te encantaría que te llamará y/o escribiera por mensajes.

    Tomas tus cosas, las pones en tu bolso y te levantas.

    Es el momento más terrible del día, te iras por no se cuanto tiempo y no te veré como cada día.

    Me regalas la mirada más hermosa.

    Y te acercas para besar mi mejilla.

    Cierro los ojos, estoy esperando el momento de abrirlos y ver a “Solovino” diciéndome que me levante para irme a trabajar.

    Pero los abro y eres tú.

    Si, si, si, eres tú.

    Me dices espero que te comuniques.

    Me tomas de la mano y das la vuelta, poco a poco me sueltas y te vas.

    Mi mirada te sigue hasta que desapareces al cruzar la salida.

    CONTINUARÁ…

    Mi amor secreto

    Mi querido amor secreto:

    No soy buena para escribir cartas como tú pero esta vez me esforcé mucho para ti.

    Desde hace tiempo hay algo que ha estado creciendo en mi corazón, una sensación que me anima a escribirte estas palabras. No sé si alguna vez leerás esto o si sabrás que son para ti, pero la verdad es que te has convertido en un pensamiento recurrente, una pequeña luz que ilumina mis días.

    Admiro tanto tu sencillez, tu sonrisa, tu voz y a veces cuando te enojas conmigo por mis tonterías. Cada vez que te veo siento una punzada de algo especial, algo que me hace nunca dejarte ir y tenerte solo para mí.

    Sé que esto pueda parecer un poco atrevido o incluso misterioso, pero no quería guardarme este sentimiento. Sea cual sea el futuro, quería que supieras que alguien te mira con una admiración silenciosa y un cariño profundo, con un amor bonito aunque nunca te des cuenta.

    Con amor,
    Mariela.

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